Las presiones sobre los regímenes fiscales concertados de la CAV y de Navarra se van agudizando. Es conocida la postura radicalmente contraria de UpyD, uno de los banderines de enganche de ese partido desde su nacimiento. Incluso esta misma semana, el único representante de dicha formación en el Parlamento Vasco, pidió la supresión del Concierto de la CAV y del Convenio navarro por ser “un privilegio” y manifestó que “la revisión en el cálculo del Cupo vasco que dice ahora el PSOE que quizás proponga, es producto del crecimiento paulatino de UPyD y del tembleque socialista ante las encuestas”.
En una entrada anterior ya nos referimos a que la propuesta federalista del PSOE andaluz criticada la existencia de esos regímenes forales concertados, pero consideraba inviable su supresión. A pesar de apuntarse en dicha propuesta que dichos regímenes, son “hoy una particularidad que genera una mayor asimetría en el estatus constitucional de las Comunidades autónomas”, que constituye un “hecho diferencial” de “rasgos confederales” “exclusivamente español que no tiene absolutamente ningún parangón en Derecho comparado” y que “todos los estudios que se han hecho al respecto señalan que ambos sistemas vienen proporcionando una financiación per cápita a ciudadanas y ciudadanos del País Vasco y de Navarra notablemente superior a la media nacional”, no obstante, los redactores del texto se mostraban partidarios de mantener el status quo vigente. “Y aunque este resultado [el de obtener una financiación per cápita superior] no sea técnicamente una consecuencia ineludible de tales sistemas, pues es imputable en última instancia a la metodología del cupo o de la aportación navarra, no puede soslayarse que, políticamente, es harto improbable que se llegue a un nivel razonablemente equiparable de dicha financiación per cápita: es un elemento jurídico constitutivo de la garantía constitucional de la foralidad el carácter pacticio de ambos regímenes financieros, y por tanto los territorios forales están en condiciones de vetar cualquier modificación que entiendan contraria a sus intereses. Por otra parte, la falta de acuerdo sobre un reparto más justo de los recursos en modo alguno perjudica a dichos territorios, pues ostentan el derecho a la recaudación de la práctica totalidad de los impuestos del sistema tributario y, en consecuencia, tienen asegurada su financiación. Los hechos, siempre tozudos, se encargan de demostrarlo; baste un ejemplo: pese a los esfuerzos de los diversos gobiernos centrales por mejorarlas técnicamente, las reglas provisionales que se aprobaron para fijar exclusivamente el cupo vasco del año 1981 siguen siendo la metodología vigente tres décadas más tarde”. Pese a que “algunas Sentencias del TJUE (...) han declarado contrarias al Derecho europeo diversas medidas tributarias vascas y navarras, fundamentalmente, por vulnerar las libertades de circulación y establecimiento” y pese a que “la subsistencia de los regímenes financieros forales conlleva un efecto desestabilizador del conjunto del sistema autonómico” al poder “generar –como ya ha sucedido en la práctica- un efecto emulación en otros territorios dotados de mayor capacidad fiscal que la media de las CCAA”, los autores del documento desisten de cualquier intento del modificación radical del régimen concertado, limitándose a aconsejar la introducción de correcciones: “Pese a la anomalía que supone la subsistencia en el siglo XXI de sistemas de financiación de carácter confederal (especialmente en el seno de una Unión Europea que tiende hacia una mayor integración financiera), no parece que sea el momento oportuno para intentar, una vez más, la plena equiparación fiscal de los territorios históricos. Las instituciones del Concierto y el Convenio deben seguir manteniendo reconocimiento constitucional. Podría, no obstante, explorarse en el proceso de reforma constitucional la posibilidad de hacer frente a alguna de las más serias deficiencias que vienen mostrando en su aplicación práctica. En esta línea, cabría incluir en la Disposición Adicional Primera un mandato dirigido a la “actualización” del régimen foral en su dimensión financiera, a saber, que en la metodología de determinación del cupo y la aportación navarra tendrán necesariamente la consideración de cargas no asumidas por las Comunidades forales las transferencias del Estado destinadas a la nivelación financiera de las unidades federadas”.
La crítica a los regímenes forales concertados es más breve y abrupta en la propuesta federalista que hace pocas fechas ha presentado el PSC desde Catalunya. En dicha propuesta, al hablar de la reforma del sistema de financiación autonómica, en relación con aquéllos regímenes se habla de “corregir las disfuncionalidades resultantes de los sistemas de convenio y concierto” y se propone de “establecer expresamente la inclusión de una aportación a la solidaridad interterritorial como nueva carga del Estado en los sistemas de convenio y concierto y prever un sistema de garantía constitucional de una aproximación gradual de resultados respecto del sistema común”.
De forma inesperada, el Partido Socialista de Euskadi parece mostrarse receptivo a esas reivindicaciones. En una información de hoy mismo se dice que los socialistas de la CAV impulsarán que el Cupo que Euskadi paga al Estado incluya ciertos "mecanismos de solidaridad" con el resto de comunidades autónomas “con el objetivo de contribuir a eliminar desequilibrios territoriales”. Según se dice en la misma noticia, en la propuesta de "reforma federal" de la Constitución que el PSOE debatirá en un Consejo Territorial el próximo 6 de julio, elaborada por la propia ejecutiva del PSOE bajo la coordinación de Ramón Jáuregui, se llega a afirmar que tanto el Concierto de la CAV como el Convenio navarro deberán "perfeccionar" algunas de las "deficiencias" de su aplicación práctica. La postura de los socialistas vascos intentaría combinar “la defensa a ultranza de la fórmula del Concierto y el Cupo” con la introducción en el cálculo del Cupo que se hace cada cinco años de otros "mecanismos de solidaridad con el conjunto de España", siempre "de forma respetuosa con el Concierto en forma y fondo".
Y es que el panorama que dibujan las encuestas electorales, con su quiebra del bipartidismo y la configuración de IU y de UPyD como fuerzas a tener en cuenta de cara a la constitución de mayorías a nivel del Estado, están originando desde ya que tanto el PP como el PSOE deban de modular sus discursos en varias direcciones, una de ellas la que tiene que ver con el surgimiento de pulsiones recentralizadoras, bastante considerable a tenor de los datos demoscópicos en muchas comunidades autónomas españolas, según vimos en una entrada anterior.
Sea como sea, lo único innegable es que las tensiones surgidas desde el tablero catalán se transmitirán a los cuatro costados de la geografía del Estado, configurando espirales reactivas de muy difícil gestión para todas las formaciones políticas. En el caso navarro, la gestión de UPN durante los últimos años, fomentando el descrédito de las instituciones navarras, no habría hecho más que coadyuvar a las miradas fiscalizadoras procedentes de las comunidades de régimen común. Sería llamativo que finalmente UPN tuviera que apelar al apoyo de las fuerzas políticas navarras más concernidas con el autogobierno para hacer frente a la ofensiva niveladora.
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